martes, 10 de febrero de 2009

Igualitas para el día de la mujer y el día de Andalucía



Hemos planificado unas actividades compartiendo las dos conmemoraciones que, por su cercanía en el tiempo, consideramos que se pueden complementar y ser representativas de nuestro entorno.


día de la mujer___________________________________________________día de Andalucía

A comienzos de siglo, muchas mujeres se incorporaron al trabajo en las fábricas en unas condiciones muy duras: largas jornadas laborales y salarios inferiores a los de los hombres. A medida que las mujeres se iban incorporando al mundo laboral, se hacía más evidente que aquella situación no era justa, y poco a poco empezaron a organizarse.

Una de las protestas reivindicando mejores condiciones laborales fue la que protagonizaron las trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York, en Estados Unidos. Era el 8 de marzo de 1908 y las trabajadoras se encerraron en el interior para pedir que se les redujera su jornada laboral a 10 horas. El propietario de la fábrica decidió incendiar el edificio para hacerlas salir de allí, y el resultado fue de 129 trabajadoras muertas.

Estos son los hechos puntuales, que nos sirven de referencia concreta para conmemorar este día, pero el 8 de marzo es mucho más que la celebración de unos hechos concretos.

Este día se ha convertido en una jornada de reflexión sobre el largo camino que las mujeres han tenido que recorrer para ver reconocidos sus derechos.

En España, el primer 8 de marzo se celebró en 1977, una fiesta que el movimiento de mujeres aprovechó para plantear sus problemas en el terreno laboral. Un año más tarde, en 1978, la Constitución Española reconoció la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres, como uno de los principios del ordenamiento jurídico.

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La historia de Andalucía es de una gran complejidad debido a su amplia dilatación en el tiempo. La posición geoestratégica de Andalucía en el extremo sur de Europa, entre ésta y África, entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, así como sus riquezas minerales y agrícolas y su gran extensión superficial de 87.268 km² (mayor que muchos de los países europeos), forman una conjunción de factores que hicieron de Andalucía un foco de atracción de otras civilizaciones ya desde el inicio de la Edad de los Metales.

De hecho, su situación geográfica como nexo entre África y Europa, hace que algunas teorías apunten a que los primeros homínidos europeos, previo paso del Estrecho de Gibraltar, se ubicaron en el territorio andaluz. Las primeras culturas desarrolladas en Andalucía (Los Millares, El Algar y Tartessos), tuvieron un claro matiz orientalizante, debido a que pueblos del Mediterráneo oriental se asentaron en las costas andaluzas en busca de minerales y dejaron su influjo civilizador. El proceso de paso de la prehistoria a la historia, conocido como protohistoria, estuvo ligado a la influencia de estos pueblos, principalmente fenicios y griegos.

Andalucía quedó incorporada plenamente a la civilización occidental con la conquista y romanización de la provincia Bética. Ésta tuvo gran importancia económica y política en el Imperio, al que aportó numerosos magistrados y senadores, además de las figuras sobresalientes de los emperadores Trajano y Adriano.

Las invasiones germánicas de vándalos y posteriormente de visigodos no hicieron desaparecer el papel cultural y político de la Bética y durante los siglos V y VI los terratenientes beticorromanos mantuvieron prácticamente una independencia con respecto a Toledo. En este período destacaron figuras como San Isidoro de Sevilla o San Hermenegildo.

En el 711 se produjo una importante ruptura cultural con la invasión musulmana de la Península Ibérica. El territorio andaluz fue el principal centro político de los distintos estados musulmanes de Al-Ándalus, siendo Córdoba la capital y uno de los principales centros culturales y económicos del mundo por aquel entonces. Este período de florecimiento culminó con el Califato Omeya de Córdoba, donde destacaron figuras como Abderramán III o Alhakén II. Ya en el sigo X se produjo un período de grave crisis que fue aprovechado por los reinos cristianos del norte peninsular para avanzar en sus conquistas y por los distintos imperios norteafricanos que se fueron sucediendo -Almorávides y Almohades- que ejercieron su influencia en al-Ándalus y también establecieron sus centros de poder en la península en Granada y Sevilla, respectivamente. Entre estos periodos de centralización de poder, su produjo la fragmentación política del territorio peninsular, que quedó dividido en primeros, segundos y terceros reinos de taifas. Entre estos últimos, el Reino nazarita de Granada tuvo un papel histórico y emblemático fundamental.

La Corona de Castilla fue conquistando paulatinamente los territorios del sur peninsular. Fernando III personalizó la conquista de todo el valle del Guadalquivir en el siglo XIII. El territorio andaluz quedó dividido en una parte cristiana y otra musulmana hasta que en 1492 la conquista de la Península finalizó con la toma de Granada y la desaparición del reino homónimo.

En el siglo XVI, es cuando Andalucía explotó más su posición geográfica, ya que centralizó el comercio con el Nuevo Mundo, donde tuvo un papel fundamental en su descubrimiento y colonización. Sin embargo no existió un verdadero desarrollo económico de Andalucía debido a las numerosas empresas de la Corona en Europa. El desgaste social y económico se generalizó en el siglo XVII y culminó con la conjuración de la nobleza andaluza contra el gobierno del Conde-Duque de Olivares en 1641.

Las reformas borbónicas del siglo XVIII no remediaron que España en general y Andalucía en particular se fueran perdiendo peso político y económico en el contexto europeo y mundial. Asimismo la pérdida de las colonias españolas de Ultramar irán sacando a Andalucía de los circuitos económicos mercantilistas. Esta situación se agravó durante los siglos siguientes y Andalucía pasará de ser una de las regiones más ricas de España a una de las más pobres a finales del fallido proceso de industrialización en el siglo XIX.

Ya en el siglo XX, Andalucía va a dar un paso fundamental para la comprensión de la historia actual de la región, que es su configuración como Comunidad autónoma dentro de España. Andalucía afronta su futuro con el objetivo de salir de la situación de subdesarrollo comparativo con las regiones más ricas de la Unión Europea.

extracto de Wikipedia.org/Historia_de_Andalucia

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